martes, 8 de noviembre de 2011

Con destrucción

                                                                                                 Para Sesi G.

Dices que todo mata.

El tabaco, aunque te encante;

La poesía, aunque te abre;

Las mujeres, que te provocan;

La vida, a pesar de su nombre.



Y lo dices con tus gafas de pasta

negras -como algunas reputaciones-

con tu perilla de loco y el humo en

tus labios saciados de versos.



No caigas, con todo el discurso,

en el abrupto mundo oscuro

que mata tus ganas, también las mías,

de contemplar la sencillez.



Porque dices que todo mata.

Y yo discrepo, como siempre.

(menos en lo del cigarro)

Porque para destruir

primero se arraiga en el

profundo ser de uno mismo.

Como un árbol. Si, árboles somos.



Pequeñas raíces sin fuerza

hurgan en las entrañas de la tierra

para mamar no sólo agua,

sino la sal de la vida.

Después crecen, y abusan de la sal

del agua, y de la madre que los parió.

Y mueren. Mueren o los talan.

Por beber demasiado.



Entonces sí, todo mata.

Claro ¡todo mata!



Mentira.



A todos nos gusta morir,

Un poquito cada día.

Porque eso significa

que hemos llegado tan alto

que de nada serviría seguir creciendo.

1 comentario:

  1. Me ha encantado este poema, Clara, que lo sepas. Me parece uno de tus mejores. Uno de los mejores que he leído últimamente (así, en general).
    Y la última estrofa... (¡¡¡¡¡) no tengo palabras.

    Hermosa des/construcción

    ResponderEliminar