Café en Bilbao,
esquina con Malasaña.
Donde siempre,
tantas tardes
entre humos, poesía
y el mejor café.
Madrid.
Un reencuentro.
-¿Cómo estás?
-¿Cuánto tiempo
ha pasado?
-Así como un año...
-¿Nos sentamos?
-¿Qué van a tomar?
-Café los dos ¿verdad?
-¿Con o sin?
-Yo con
-Yo sin
-Como siempre, veo.
(Las sonrisas velan
y se encaraman
en la ténue luz)
-¿Tienes fuego?
-Cariño, ¿ahora fumas?
-ya sabes, necesito vicios.
(Te tiendo el mechero)
-Veo que no lo dejaste.
-Yo también necesito
vicios, y cuando
te fuiste
no me quedó otro.
-¿Qué fumas?
-¿Y tú?
-Yo Marlboro
-Yo fortuna
(alguna risa mitigada
por el choque de las
cucharillas y la loza)
-¿Cómo íbamos
a ponernos de acuerdo?
-Lo sé cariño,
era lo último
que esperaba.
(los cigarrillos
prendidos
emitían en un
soplo ahogado,
el pasado de una vida
que se dispersa)
-¡Cómo fue la vuelta,
cuéntame!
-Cansada, agotada...
(Una pausa intensa,
hay algo que no cuentas,
cobarde)
-Es un lugar fascinante
-¿Has escrito?
-Sí... ¿Y tú?
-No, lo tuve que dejar...
en realidad...
la inspiración
me abandonó.
Hace un año,
subió a un avión...
(Si me devuelves
la mirada, ella
regresará a mi alma)
-Vaya, lo lamento.
Eras buena,
tenías talento.
Sé que me entendiste,
pero sigues mirando el café,
cuando levantas la mirada
te quedas en la pared.
Arriesgando mi orgullo,
pongo a prueba
tu pasado,
te tiendo la mano,
te doy mi calor.
Incómodo, asustado,
tus sentimientos,
seguro, lo sé,
contrariados,
y cuando sueltas
la unión carnícea
pierdo.
Pierdo tu sonrisa,
tu presencia,
tu esencia.
Pierdo, como el
humo del cigarro
la opotunidad de
enlazarme contigo,
siendo así el todo,
siendo así la nada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario