Tú no lo sabes, esto como otras miles de cosas que no has descubierto, que arropo todos los días antes de irme a dormir.
No sé qué hacer con los recuerdos; soy una mujer desordenada que no sabe siquiera sacar brillo a los metales de la casa, ni tampoco a las sonrisas que se me caen cuando pienso en ti.
Soñar es un acto inconsciente. Pensar es una necesidad de libre elección. Cuando la necesidad eres tú, la elección no se antoja tan libre.
Esto tú no lo sabes. No debes saberlo.
Callaré y realizaré otros tantos actos ridículos que exige nuestra cultura, obviando la realidad para no caer en el ridículo ante ti.
Pero sin querer, volveré a soñar con tu cara, imaginada, cuando me veías de espaldas desde la cama correr desnuda a apagar la luz.
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