Estiro de punta a punta,
con el tronco centrado
en esta cama tan ancha,
los brazos.
Así abrazo al vacío
-tu ausencia-
que finalmente
ya no logra
inmutar mi amor por ti.
Calma el vacío tu ausencia.
No estás,
no estarás,
nunca jamás enredadera.
No habrá jardín,
nuestra primogénita no será en abril,
no será Abril.
Abrazo al vacío y no hay nada
más cálido.
No era tu mayor don
la discreción,
la servidumbre,
ni siquiera tu predisposición a escuchar.
Abrazo al vacío
que me brindan las ausencias
de tu contorno y atención diaria;
y no hay nada más cálido que
descubrir, finalmente,
la libertad de amar
como tu mayor don.
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