Con otros veinte años doblados
cambiará el cristal de mi vista,
cansada ya, además de miope,
¿empezará la existencia a cobrar sentido?,
¿se habrá ordenado la pobreza
por orden continental inverso?,
¿sabremos reutilizar,
aprenderemos a reparar,
se quedará obsoleta la ostentación del poder?
Habrá seguramente un aire más contaminado,
quizá yo hable menos idiomas de los que me gustaría,
más de los que ahora logro imaginar.
Entonces de casi todo hará veinte años,
ahora ellos son todos los que tengo.
En mi piel ya agarbanzada
habranse posado ya tantas manos
que mi memoria no recuerde
más allá que las de los labios de senectud.
Pasan los años como si cada uno
fuera la condena
por no haber cumplido las promesas,
y cuando pasen tres veces veinte
me arrepentiré de haber sido quien soy,
o por el contrario
querré convencerme de que
no pude ser de otra manera.
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