y me agoto
y creo morir en
cada esfuerzo
que hago para ser
quien soy
o
quien supongo ser
al menos.
Otra veces
me dejo ir
y nada penetra
en mi muro
de indiferencia
e ignorancia.
Y entonces
muero aún más
que antes.
Si algo he aprendido en los últimos tiempos (y no es que haya aprendido mucho) es que la indiferencia es más dañiña que el sufrimiento o la frustración.
ResponderEliminarÁnimo.
Te quiero.
(Lau)