Un eslabón roto
provocó que abandonara
el ruido nocturno.
provocó que abandonara
el ruido nocturno.
El silencio y él
siempre fueron uno,
pero
la ausencia de tic tac
ahora tenía su nombre.
siempre fueron uno,
pero
la ausencia de tic tac
ahora tenía su nombre.
Y esta sed seca más la garganta,
pues no es mi silencio este
que quema un infierno,
mas el de la olvidada maquinaria
que ya no tiene cabida
en lo diario,
como su corazón tampoco
late ya por nosotros.
pues no es mi silencio este
que quema un infierno,
mas el de la olvidada maquinaria
que ya no tiene cabida
en lo diario,
como su corazón tampoco
late ya por nosotros.
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