sábado, 9 de mayo de 2015

Pasado imperfecto

Tenía las manos ásperas esparto, los ojos rojos de esperar el sueño despierta, el cerebro ardiendo de buscar explicaciones que no llevan a ninguna parte. Tenía el rumbo perdido, ya no tenía norte -a pesar de Newcastle-, ya no tenía norte. Dormía intensas horas con la intención de despertar lo menos posible. Los huesos cada vez más blandos, los músculos tan ausentes. Todo un pasado imperfecto extendido en los meses de la herida.
 
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Y ahora, ¿cómo merecerme el presente calor?


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