‘Me ahogo’
-dice-
‘bajo el yugo
de nuestras propias
exigencias.
Pero también
bajo las montañas
de los currículum
que he impreso
con el dinero pa comer
y que ellos han roto
ni siquiera con sus sucias manos.’
Nos ahogamos
porque ningún curso es
suficiente
para ser el mejor,
a no ser que quieras matar al otro.
Morimos un poquito
todos los días esta juventud
desempleada e inútil.
Él ya debe de tener 40 años
por dentro
y eso que
y eso que
su piel es fuerte y tersa
todavía, aunque fume.
Somos una juventud perdida
antes de haber sido jóvenes.
Sospecho que
ya nacimos así
porque supimos
usar los ordenadores
antes que nuestros
progenitores
y eso va contra natura.
Ya nuestro momento de gloria
ha pasado.
Ya lo tuvimos con la gameboy,
con la play.
Fuimos expertos en sms
y ahora ya no servimos
para nada.
Tiene ese dolor en el pecho
propio de los perdedores
y se siente entre la espada y la pared
cuando regatea monedas
a los mendigos.
Su conciencia daría millones
y su bolsillo solo piensa en
‘O eso o el máster fuera’.
Y es un egoísmo casi ajeno,
un egoísmo obligado
por los hijos de puta
que roban bajo la ley
y recortan con tijeras de oro.
‘Me ahogo
y quiero irme de aquí’.
Se irá con sus currículums
roídos
y el sueño del máster fuera
si el viento sopla a favor.
Igual naufraga como
en la isla de Lampedusa
los africanos sin suerte.
Igual naufraga su alma
en ese mar de almas muertas
tras una lucha acalorada
por un poco de dignidad laboral.
‘Tengo dos carreras,
máster en Cambridge,
dos cursos de formación
extracurricular.
Habló inglés
y francés,
un poco de chino.
También tengo ilusiones,
ganas de ser útil
y de saber más.
Soy leal y hasta
fiel a mi novia.
Ni siquiera he soñado nunca
con tener una mansión,
con un loft me vale.
Ella tampoco trabaja
más que enseñando
inglés a nenes pijos.
Mis viejos ya…
son mayores
y la pensión está aún
en la duda del significado.
Ni siquiera soy ya
digno de sus cuidados.
Y ahora, señor empresario,
antes de que triture mis esperanzas
y me eche de aquí sin piedad,
déjeme que le diga
que algo me hace sospechar
que ya todo estaba escrito.
Que mi muerte no va
a cambiar el mundo.
Que no hay nada que hacer.
Que ya estaba todo trazado
desde que nací hijo de obreros.
Que ese lema de
todos somos iguales y
todos tenemos derechos
es la mentira
que os ha hecho ganar dinero.
Y he descubierto dos verdades:
que ya estaba todo escrito
y que la pseudolegalidad
es el opio del pueblo.’
Su cuerpo sigue vivo
y vaga en el naufragio
del INEM,
pero su alma,
su alma ya…
deshilachada y
rasgada
no tiene salvación.
Ya tardaba tu vena roja en salir al verso. Y lo celebro, ojo.
ResponderEliminarJajajaj querido Nacho, y de qué color son si no las venas por dentro? ;)
ResponderEliminarHola Clara ... por fin entro en tu blog. Como casi toda la poesía, hay que leerlo varias veces, a ser posible en voz alta, por íntima y personal que sea. Lo haré más adelante. Mientras, sobre tu última adición:
ResponderEliminarPrimero, por qué la voz de varón?
Tienes razón: ningún curso es suficiente (para conseguir un empleo). Ni leer diez libros más ni escribir cuatro ensayos más que el otro te hace más meritoria que el otro, ni necesariamente más capaz. En ese tema y en este mundo y vida y coyuntura y circunstancias y entorno y etc de ahora y de siempre nada te da más derecho a ti que a otros a tener un empleo, nada que no sea el denominador común con el otro, que no es ni más ni menos que el ser ser humano. Lo cual no implica abandonar el esfuerzo. Pero hazlo por ti misma, más que por los beneficios hipotéticos que te pueda reportar. Es una manera de evitar decepciones provocadas por expectativas irreales. Lo real es esa pseudolegalidad de que hablas.También que es más la implicación directa en la sociedad lo que te abre las puertas a ti misma y a otros. Pues 'desempleada' no es sinónimo de 'inútil'. Y recuerda que cada generación tiene y ha tenido su propia cruz que llevar. También su propia palabra. JSN