Dentro de cuatro muros
-parece la habitación de Fermat-
tú estás sentado;
otro cuerpo a tu lado
lee tranquilamente,
lee tranquilamente,
tomando tu mano.
Estoy de pie,
apoyada en el muro que te enfrenta.
Y dicha pared me lleva a ti
como una presión que me arroja
a ser espectadora de tu vida
y, además,
a ser aquella en quien confías
el cómo de tu felicidad.