jueves, 21 de enero de 2016

Luz de reflejo opaco

(...) y allí, en su centro, tú
iluminándolo.
Por eso, ahora,
mientras aún es posible, 
mírame mirarte;
mete todo tu asombro
en mi mirada.

Á. González

Mi mano no basta,
mis ojos no bastan,
tu boca no basta
para adentrarse del todo
                                               en ti.

Eres cristal opaco.

Podía contemplarte,
tocarte a veces 
como si tu piel hablara o
susurrara amor por los poros.

Podía contemplarte:
interrogabas mi interés.
Cuestionaste la razón
por la que me adhería a ti.

El silencio se cobijaba en nosotros,
antes de dormir alguna palabra 
hablaba en nuestro lugar.
Aprendí de ti a callar,
a escuchar a mi conciencia,
a esperar a que las cosas me 
pasasen por encima.

Tus palabras tomaban valor
y cualquier preposición
se antojaba milagrosa.

La luz no llegaba a salir.
Como si nunca saliera 
el sol por tu alma.

Ahora ya no puedo contemplarte.
La belleza del mundo sigue ahí,
no tengo ojos donde verla.

Me arrullo:
la sábana congela el deseo
de que tu dedo corrija mi columna.
Pasaron los treses mes a mes.
El dolor de postura no ha cambiado.

Sé que prometí no hacer ruido, 
no comer cristales,
no rasgar tejidos.
Eso intento:
solo soy una avispa que murmura
golpe tras golpe de vidrio.

Te insisto.

Sí,
a veces me duele la sangre,
pero ya tomé la decisión
de verte crecer
ante olvidarte y vivir.

domingo, 3 de enero de 2016

"Yo quisiera ser luminosamente tuya y soy oscuramente mía" Gloria Fuertes

"Cristales de tu ausencia acribillan mi voz
que se esparcen en la noche
por el glaciar desierto de mi alcoba"
G.F.

Tengo las manos repletas de arena.

Comerla para que los cristales me perforen,
llenar con ella mis ojos,
respirar diminutas entidades fulminantes.

Tengo las manos llenitas de la arena
que dejaste,
arena de tu piel en mi piel,
arena de labios,
arena de ser dos en una playa tranquila.

Arena que quisiera guardar en el corazón,
en el recuerdo la arena, 
en mi nada presente esa arena.

Arena de tus manos
en mis pies, en mis piernas,
en mi espalda.

Esta arena es añicos de nosotros
y ya no puedo verla.

Ojalá pudiera
abrir estas rígidas manos y dejarte ir.