martes, 13 de abril de 2010

Querido Josefina

Querida josefina:


Respiro, una de las pocas cosas que puedo hacer aquí.

Es de noche, y la luz lunar penetra a rayas… y gracias a ella te puedo escribir estas letras.

Hace frío, aun que estamos en septiembre. Aquí siempre hace frío, por mucho sol que intente

introducirse en el patio, los corazones permanecen fríos, tristes. Nuestras risas son solo un

intento para calentar con un poco de aliento la sangre, pero nada sirve, excepto pensar en ti; es

lo único que consigue alterar mi continuo sentimiento de soledad, tristeza, añoranza y

desolación para convertir todo eso en esperanza cada vez que recibo una carta o noticias

tuyas. Nunca me viene a la cabeza la idea de perderte, de morir aquí solo sin ver por última vez

tu mirada… de no ver más a nuestro hijo. Si a mi mente aparecieran aquellas alguna vez ,

dejaría de comer, de beber… de existir… porque tu sonrisa y tus besos me daban la vida, y

ahora solo puedo tener fe.

Creo que es muy tarde, porque apagaron las luces hace ya un buen rato, y debería estar

dormido, pero la extraña luz que entra por los barrotes de la ventana me molesta y a la vez me

gusta. Es algo lúgubre, como mi alma ahora.

De lejos se oye a algún preso golpeando metal con metal. Supongo que será el recipiente con

que bebemos agua. Creo que un guardia le ha hecho callar… sí, ahora oigo los gritos. Este

lugar es horrible.

Fina, ya hace meses que estoy aquí, aún no te he visto, y no pude despedirme de ti. Me

hubiera gustado hacerlo, pero esta maldita guerra… solo ha servido para que me halle aquí, sin

ti. Porque solo pienso en ti, en ti y en Miguelito. Solo rezo e imploro (porque en la cárcel te

vuelves hasta católico) para que esto termine, para salir con vida, para recuperar a mi musa.

Fina, con este frío, esta luz, y este catre…sólo deseo volver a verte y guarecerme en tus

brazos.

Te quiere, Tu Miguel.

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