El sueño puede conmigo... pero por mucho que me moleste, he de ir.
Ya me sé el camino... todos los días es absolutamente el mismo.
Con los ojos entrecerrados muevo los pies lentamente, sin ninguna gana,
sin intención de seguir, pero obligada ya por la inercia de la costumbre...
y eso que hoy no es un día cualquiera. El camino hacia el metro es el mismo,
pero en su interior las líneas de colores se enredan y entrecruzan de un modo
complicado y enrevesado que me confunden en este sopor mañanero...
Y cada vez todo se complica mas... porque yo debería estar muy nerviosa, pero en vez
de preocuparme me dedico a disfrutar de el aire que roza la piel de mis hombros
entrando por la puerta del transporte subterráneo, y aspirándo el olor de todos
los acicalados rociados de perfume.
Podría morirme de la angustia, mantener la mente nublada y confusa, pero creo que no me
merece la pena... ¿para qué? Lo hecho, hecho está.
Al fin y al cabo, no pasa nada, son las ocho de la mañana y a partir de las nueve se decidirá parte de mi futuro... pero bueno, siempre he oido decir que, realmente el futuro de alguien se determina por los hecho que acontecen... sean buenos o malos en apariencia... ¿Qué pasaría si las cosas no salen como debieran supuestamente? Quizá no sería un drama... y me ayudaría a decidir si realmente quiero hacer lo que se supone que quiero hacer... quién sabe, si ni siquiera yo lo sé...
Esos tres días decisivos....
El futuro es presente determinado para existir. Ningun futuro marca o condiciona, eso solo lo hace el ayer.
ResponderEliminarUn Saludo
Alaba, Clarita, tu forma de ser y de pensar. ¡Gracias por visitar y seguir el mío! Muchas bendiciones y cariños, José Luis
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