En mi infancia había escondido un sueño retenido
en un cajón perdido del vacio en que me hallé
y con la soledad de ese hallazgo que me impactó un largo rato
descubrí la existencia del sentido del ayer.
Sentí la realidad absurda, incomprensible,
fijé una meta firme y creí ver el final,
pero al salir al espacio abierto
amé la perfecta existencia racional
Al desnudo ante mis miedos
cara a cara, frente a frente
hirriblemente tuve que aceptar
que la vida es pura risa,
mi camino a disfrutar
y si no fuera por la muerte otro gallo iría a cantar
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