Lo veo de lejos. Desafiante, deseable. Su olor, su aspecto…
Tras salir del gimnasio, en el bar del mismo, como siempre, tentando. Había dejado atrás la
ducha, y aún más lejos veía la clase de aerobic, profesor musculoso incluido. Los diez minutos
de transición hasta nuestro encuentro se habían convertido en horas. Tras quemar tantas
calorías, sudar y esforzarme… parece que el sacrificio hecho se olvide y solo pueda pensar
en él… en ese gran placer.
Me dirijo a la barra, donde sé que estará él, paciente, calmado, caliente y esperando.
Sé que no le importará que tarde en decidirme, ni siquiera si lo ignoro, porque no soy la única
que sucumbiría a sus encantos, y él, lo sabe. Simplemente soy una más.
Continuamente viene a mi mente la sensación de darle mis labios y sentir su calor…su
Como Eva con su manzana, siento una atracción extraña al saber que no puedo, que no debo,
que me dañará… y no necesito serpiente que me incite, pues su propio color oscuro me incita a
cogerlo, a tomarlo y a no dejarlo nunca… pero ¡ay traidor!, sé que él nunca me sería fiel…
demasiadas admiradoras, demasiado éxito para uno solo… y sin embargo siento necesitar su
consuelo para no sentirme sola… lo dicen en las revistas y en las películas, lo dice la sociedad,
lo dice el mundo… Sí , he leído mucho sobre él, quizá demasiado… sé que libera mis
endorfinas y que mi libido se dispararía… con muy poco… es más, hasta mi corazón le
pero aun así… me haría daño, lo sé, siempre lo hace, y la báscula
siempre me lo dice, ella sé que no miente.
Finalmente, la chica que está a mi lado, lo toma, y yo celosa, no puedo más que caer en la
horrible tentación y decir:
-Camarero, un chocolate con churros.